Benjamin Hernan Calderón Román
«Un hombre muy correcto, un caballero siempre»
Benjamín Hernán Calderón Román
Una vida vivida con honor, amor y entrega
El 18 de marzo de 2025, a sus 73 años, partió de este mundo un hombre irrepetible: Benjamín Hernán Calderón Román. Su ausencia deja un profundo vacío en los corazones de quienes lo amaron, pero su legado permanece vivo, vibrando con fuerza en cada recuerdo, cada palabra que dejó grabada y cada gesto de amor que compartió.
Benjamín fue mucho más que un esposo, padre, abuelo o bisabuelo. Fue el pilar sobre el que se levantó una familia unida, fuerte y llena de valores. Durante 48 años de matrimonio, compartió su vida con su amada esposa América Concha, a quien amó con devoción inquebrantable. Juntos construyeron un hogar cálido, lleno de risas, sacrificios compartidos y un amor que desafió el tiempo.
Padre excepcional, Benjamín entregó cada día lo mejor de sí por sus hijos Carlos, Héctor y Judith, enseñándoles con el ejemplo la importancia del trabajo, la honestidad y la responsabilidad. Su mayor preocupación fue siempre que nada les faltara, que crecieran sabiendo que eran profundamente amados y acompañados.
Como abuelo, fue una figura presente y entrañable para Carla, Anais, Benjamín, Bastián, Agustín, Vicente, Martina y la pequeña Florencia. Cada uno de ellos guarda en el alma los abrazos cálidos, los consejos sabios y las miradas llenas de ternura de su «Tata». Y en su bisnieto Matheo, su historia continuará floreciendo.
Benjamín fue un hombre de principios firmes, de carácter sereno pero decidido. Su profunda admiración y entrega a Carabineros de Chile marcaron su vida y su vocación. Sentía un profundo respeto por el uniforme, por la institución que representó con honor y lealtad. También vibró con cada triunfo de su querido Universidad de Chile, celebrando los goles como quien celebra los pequeños grandes momentos de la vida.
Quienes lo conocieron, coinciden en que fue un caballero en todo sentido. Su corrección, su responsabilidad y su respeto hacia los demás lo convirtieron en un ejemplo. Estaba hecho de esos valores que hoy tanto se necesitan: integridad, nobleza y compromiso.
Hoy, su familia lo recuerda con lágrimas y sonrisas, porque aunque su ausencia duele, su memoria reconforta. Porque Benjamín no se ha ido del todo: vive en las historias que se cuentan alrededor de una mesa, en los valores que dejó sembrados, en la estrella más brillante que alumbra cada noche.
«Te amamos infinitamente, papá. Besos y abrazos al cielo. Gracias por todo lo que fuiste y serás. Siempre estarás presente en nuestra mente, en nuestro corazón y en cada conversación. Eres, y serás siempre, nuestra estrella más brillante.»








































